sábado, 7 de septiembre de 2013

DIEGO COSTA: ¿POR QUÉ TODOS LOS ENTRENADORES QUIEREN UNO?




Nacido el 7 de octubre de 1988 en Lagarto, Brasil. Diego da Silva Costa es uno de los futbolistas más especiales que existen a día de hoy. Especial por su constancia, por su profesionalidad (por raro que suene) y por su capacidad para ensombrecer todo esto cuando pierde la cabeza en el campo. ¿Está loco? para nada. Simplemente es un jugador que tiene su virtud en jugar siempre al límite, exigiendo mucho de sí mismo, de sus compañeros...y del rival. La mejor comparación que puede haber es con John Rambo. Porque vive día a día (como si no hubiese un mañana) y porque, sobre el campo, el rival no es rival, es EL ENEMIGO. Bajo estas premisas, y por mucho que uno quiera controlar sus reacciones, si sales con esta mentalidad al campo, la probabilidad de expulsión es alta. Y la certeza de que con, o sin, expulsión la va a liar es total. Son estos aspectos de su forma de entender el fútbol lo que le dan a Diego Costa su valor. Y está muy cotizado. Porque en el fútbol mundial, cada vez más (y desde aquí nos complace informar de la creación exclusiva de un concepto al estilo: Zidanes y Pavones), se dan dos tipos de "profesionales": Benzemas y Balotellis. Parece que conceptos necesarios en éste deporte son, hoy por hoy, meras directrices. Ideas como presionar o luchar quedan reservadas únicamente a tareas defensivas. En resumen, pelea, garra y picaresca son atributos que, en los tiempos que corren, muy pocos delanteros saben/quieren manejar. Y como Diego Costa, posiblemente, no haya ninguno en el mundo en este sentido.

Antes de empezar con los contras, me gustaría hacer un apartado "neutro" en el que colocar sus características técnicas. Porque está claro que no es Messi, ni Cristiano (ni se acerca), pero los buenos números que está haciendo con el Atlético de Madrid, y los que hizo con Rayo o Valladolid, no se consiguen sólo con físico o mentalidad. Hay que tener el toque suficiente como para batir al portero. (Importante aclaración: hay delanteros que no lo tienen, por desgracia).

Y pasemos a los contras. Se le va la cabeza. Se le va mucho. Cuando un rival no entra en el juego de intimidación y pique que este señor plantea sobre el campo, su única herramienta auxiliar es subir el listón. Cada jugada en la que no entras conlleva que, en la siguiente, la incitación va a ser mayor. Consigue que los jugadores del equipo contrario lleguen a plantearse que igual merecería la pena entrar al trapo de una vez y zanjar el asunto. Ésto, que podría parecer esa virtud que buscan los técnicos en él, es un arma de doble filo, dado que pone en riesgo la estabilidad de su propio equipo sobre el campo (peleas, expulsiones, etc...). Y es algo que hace con demasiada frecuencia. Le faltan todavía un par de años o tres para saber manejar a la perfección esa faceta del juego. Mientras tanto, es un peligro para el rival...y para su propio equipo.

Otro dato a tener en cuenta es el rigor táctico que requiere un equipo. Con Costa en el campo, eso desaparece. Hace la presión por su cuenta y, muchas veces, cuando parece que está tirando del equipo, lo que realmente está haciendo es sacar a sus compañeros de posición debido a que éstos buscan, con coberturas, mantener, en cierta media, el dibujo sobre el campo.

En cualquier caso, se trata de un jugador a seguir muy de cerca porque, insistimos, es una especie en extinción dentro del mundo del fútbol que, salvo los detalles feos que tiene cuando la situación se le descontrola, son un ejemplo de superación. De como un jugador sin grandes alardes técnicos puede ser la pieza clave de un equipo que, no olvidemos, está en Champions.

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