jueves, 26 de septiembre de 2013

ALBERTO GILARDINO: UN VIOLINISTA EN EL ÁREA


Jugador del Genoa. Vamos a introducir un poco lo que es y lo que llegó a ser este fenomenal delantero italiano, conocido por su famosa celebración después de cada gol en la que emula estar tocando un violín.



Para empezar a hablar de Alberto Gilardino, tenemos que hacer una aclaración sobre los delanteros italianos. Se dividen en dos clases: delanteros y 'no centrocampistas'. Los primeros (grupo al que pertenece Alberto) se caracterizan por ser grandes cazadores de área, con una gran capacidad de posicionamiento, buenos movimientos de ruptura y apertura de espacios, y un repertorio de remates al alcance de muy pocos. Dentro de este grupo podríamos incluir a: Schillaci, Vialli, Ravanelli, Casiraghi, Signori, Zola, Vieri o Inzaghi. Por otro lado están los 'no centrocampistas', jugadores que sin, por lo menos, un futbolista del grupo anterior junto a ellos, da la impresión de que a la delantera le falta algo, que no está completa. Si escuchas sus nombres en una lista de 11 titulares y suena el último, te quedas esperando a que suene otro más. No se puede decir que les falte gol, pero no son especialistas en esta materia porque aportan mucho más. Nombres clave de este segundo tipo son: Del Piero, Totti, Cassano o Roberto Baggio, por citar algunos clásicos. A día de hoy, El Shaarawy, Cerci, Giovinco o Insigne. 


Una vez aclarado la clase de delantero a la que pertenece Alberto Gilardino, profundicemos un poco más en su historia. Nació en la Provinicia de Biella, Italia en 1982 y empezó su carrera profesional en el Piacenza Calcio en el año 2000 a la edad de 18 años. Tras contar poco para su entrenador, hizo las maletas rumbo al Hellas Verona dónde tampoco llegó a cuajar. Dos temporadas sin pena ni gloria propiciaron su traspaso al Parma en el año 2002 de la mano de Cesare Prandelli. Es a éste entrenador a quien debemos agradecer la confección de aquel asombroso Parma con jugadores como el propio Gilardino (quién despuntó con este genial entrenador), Mutu, Adriano, Di Vaio, Nakata, Bonera, o Sébastien Frey. Toda una generación, por aquel entonces, de jóvenes promesas. Tres años en el Parma, en los que los objetivos personales se cumplían (llegó a ser nombrado mejor jugador de la Serie A en su última temporada en el equipo Gialloblu) pero no los colectivos. Esa generación dispuesta a plantar cara a los grandes se desinfló y el equipo, como suele pasar en estos casos, se desmembró.

Y es en este momento donde el aficionado medio empieza a escuchar el nombre de Gilardino, tras su fichaje por el A.C. Milan en el año 2005. La lesión de Filippo Inzaghi (que le apartó de los terrenos de juego casi toda la temporada), le permitió formar dupla de ataque con Andrei Shevchenko formando la pareja que perdió la final de Champions de ese año tras ir ganando 0-3 ante el Liverpool. Pero pudo sacarse la espina de ganar la máxima competición de clubes a nivel continental dos años después. En 2008 firma por la Fiorentina al no contar con los minutos que buscaba en el equipo rossoneri. Si bien es cierto que se convirtió en la estrella indiscutible del ataque fiorentino, también podemos marcar este punto como ese en el que el fan del fútbol que no siga la liga italiana le pierde la pista. Porque la Fiore no hace nada fuera de las fronteras, si bien es cierto que acabó el año de su llegada clasificando al equipo para la UCL y con la difícil tarea de coger el testigo dejado por Luca Toni (que se fue al FC Bayern tras ser bota de oro europea al alcanzar la cifra de 31 dianas en la Serie A), aunque con la compañía inestimable de Pazzini o Montolivo (actualmente en el A.C. Milan, ambos), Felipe Melo (Galatasaray), Jovetic (Manchester City), Mutu (Athletic Club Ajaccien de la liga francesa) o Pablo Daniel Osvaldo (Roma). Tras su periplo por la ciudad de Florencia, voló con destino al Genoa en el año 2012. Este año ha empezado de nuevo en el equipo genovés (tras su cesión el año pasado al Bologna dónde hizo 13 goles en 37 partidos) y no le va mal, con 2 goles en los 6 primeros partidos de liga.


Y es en este momento donde el aficionado medio empieza a escuchar el nombre de Gilardino, tras su fichaje por el A.C. Milan en el año 2005. La lesión de Filippo Inzaghi (que le apartó de los terrenos de juego casi toda la temporada), le permitió formar dupla de ataque con Andrei Shevchenko formando la pareja que perdió la final de Champions de ese año tras ir ganando 0-3 ante el Liverpool. Pero pudo sacarse la espina de ganar la máxima competición de clubes a nivel continental dos años después. En 2008 firma por la Fiorentina al no contar con los minutos que buscaba en el equipo rossoneri. Si bien es cierto que se convirtió en la estrella indiscutible del ataque fiorentino, también podemos marcar este punto como ese en el que el fan del fútbol que no siga la liga italiana lo pierde la pista. Porque la Fiore no hace nada fuera de las fronteras, si bien es cierto que acabó el año de su llegada clasificando al equipo para la UCL y con la difícil tarea de coger el testigo dejado por Luca Toni (que se fue al FC Bayern tras ser bota de oro europea al alcanzar la cifra de 31 dianas en la Serie A), aunque con la compañía inestimable de Pazzini o Montolivo (actualmente en el A.C. Milan, ambos), Felipe Melo (Galatasaray), Jovetic (Manchester City), Mutu (Athletic Club Ajaccien de la liga francesa) o Pablo Daniel Osvaldo (Roma). Tras su periplo por la ciudad de Florencia, voló con destino al Genoa en el año 2012. Este año ha empezado de nuevo en el equipo genovés (tras su cesión el año pasado al Bologna dónde hizo 13 goles en 37 partidos) y no le va mal, con 2 goles en los 6 primeros partidos de liga.

Después de esto, podríamos pensar que estará ya arrastrando las botas por los campos transalpinos...pues nada más lejos. Porque sólo tiene 31 años y porque el Genoa tiene en nómina a 32 jugadores, de los cuales, Ze Eduardo (jugador que se dio a conocer en Europa por formar parte del Santos de Neymar y Ganso), por ejemplo, no tiene dorsal asignado. Con esto queda claro que, en un equipo así, es difícil jugar, y más aún ser titular. Y el violinista lo es.

Desde aquí queríamos hacerle este pequeño homenaje a un grandísimo delantero, cuyo trabajo queda ensombrecido por el gol ya que, si no entra, parece que no ha hecho nada. Es un trabajo que sólo valora el defensa rival que debe estar siempre pendiente a esos movimientos de creación de espacios. Lo vimos en la Copa Confederaciones y no nos extrañaría verlo en el próximo Mundial. Ahí queda...

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