domingo, 22 de septiembre de 2013

EL RENACER DE LA ILUSIÓN

"Me quiero ir". Con estas palabras, Gonzalo "Pipita" Higuaín dejó claras sus intenciones de abandonar el Real Madrid tras siete años vistiendo la elástica blanca, tras el último partido de Liga contra Osasuna en el Bernabéu, del que además se pudo despedir haciendo lo que mejor sabe, meter goles.

Con un ambiente enrarecido con la marcha de Mourinho a final de temporada, las palabras de Higuaín fueron  un golpe de inestabilidad más a la línea de flotación blanca. Higuaín tenía tomada la decisión, habían sido muchos años en el club de Concha Espina, muchos goles, muchas alegrías pero siempre con la inestabilidad de no saberse hombre importante en el esquema, o parecer tener perdida su disputa por el 9 blanco.

Cuando en Diciembre del 2006 Higuaín aterrizó en Madrid, los sueños de un chaval de 19 años tenían todos los visos de cumplirse, y más aterrizando en un equipo tan grande a tan pronta edad. Tardó temporada y media en demostrar que sus referencias de 9 goleador no eran infundidas, y ya en la temporada 2008-09 se fue a los 24 goles, o 29 al año siguiente. Pero poco a poco, los sueños de ese chaval fueron dejando de ver el coliseo blanco como lugar donde cumplirlos. 

A Higuaín siempre se le ha culpado de no demostrar en los partidos importantes lo que si hace contra rivales de menor entidad, pero la verdad es que el principio de las dudas acerca del “pipa” surgen en la misma competición, la Champions League, y más concretamente desde la vuelta de los octavos de la temporada 2009-10. Contra el Olympique de Lyon, con la eliminatoria empatada en el Bernabéu, pase al hueco de Granero para la carrera del Pipita, que regatea al portero y a puerta vacía... al palo. 



Si a esas dudas acerca del Pipita, unimos las que tenía el mismo sobre su batalla con Benzema, que siempre parecía ir por delante, todo finaliza de la forma en que Higuaín abandona la institución blanca. Juventus o Arsenal parecían ser las opciones más claras, pero no terminaron de cuajar y apareció el Nápoles. Aurelio De Laurentiis, presidente del club napolitano, sabía de la oportunidad que tenía. Con la salida de Cavani y los millones que había dejado, el fichaje de Higuaín podía ser un golpe de efecto, y es que con la llegada de Benítez, y con las adquisiciones de Albiol o Callejón, podría ser un destino perfecto para competir el Calcio bajo la batuta de Hamsik y el olfato del Pipita. 

40 millones permitieron a Higuaín cambiar de aires y enrolarse en un proyecto cuya cúspide fuese la pareja Hamsik-Higuaín, bajo la dirección de Benítez. Su llegada a Italia fue como si se estuviese esperando a un héroe,  un guía, una luz que permita al club napolitano volver a disfrutar de los títulos. Y es que apenas ha hecho falta un mes de competición para demostrar que está de vuelta, que se siente cómodo y referencia de un proyecto, y con más ganas que nunca. Líder en el Calcio, con dos goles en tres partidos, y debutando con gol en la Champions para batir al Borussia Dortmund, equipo que eliminó al Real Madrid el año pasado. 


Higuaín se siente como un niño con zapatos nuevos, está contento y eso se nota en el campo. Es un ídolo entre la afición del San Paolo, y la referencia atacante en un equipo en donde la leyenda la marca un compatriota suyo, Diego Armando Maradona. 

Higuaín se sabe importante, y para un futbolista eso es vital. Solo llevamos un mes de competición, pero lo que está claro es que Higuaín tiene en Nápoles eso que quizá no sentía en Madrid, ese cariño que le da una afición que lo adora.

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