Tras convertirse en el fichaje estrella del Real Madrid la pasada campaña, con un desembolso de 30 millones de euros más incentivos, Luka Modric pasó a ser el centro de atención de la afición blanca en una temporada marcada por las crisis de vestuario entre las vacas sagradas y José Mourinho.
En un primer momento se suponía que venía a poner en apuros la titularidad de Özil, pero esto no sucedió. El alemán siguió siendo uno de los jugadores más importantes del equipo y acabó la temporada con 10 goles y 23 asistencias, siendo una de las más completas de su carrera.
Modric no completaba grandes partidos con el Madrid y el centro del campo formado por Xabi Alonso, Khedira y Özil era bastante indiscutible, convirtiéndose en un suplente habitual en la rotación del Madrid. Pero los problemas físicos de Alonso provocaron que tuviese que adoptar un nuevo rol dentro del equipo, retrasando su posición al doble pivote junto a Khedira, y haciendo una labor de mucho más esfuerzo y trabajo, algo que nunca se le había dado especialmente bien.
Tras un período de adaptación necesario, podemos decir que, con la llegada de Carletto, se ha convertido en un 'nuevo' Modric. Un jugador que trabaja, lucha y defiende de una manera muy diferente a como lo hacía antes. A pesar de los rumores de este verano sobre su regreso a los 'Spurs' como moneda de cambio en la operación Bale, se ha adaptado a un puesto que no era el suyo para conseguir triunfar en el Madrid, algo que está agradeciendo de una manera notable la afición de Chamartín. Se ha ganado la titularidad en un equipo en el que no regalan nada y se ha convertido en el timón que señala el rumbo en el centro del campo blanco.
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