"Me quiero ir".
Con estas palabras, Gonzalo "Pipita" Higuaín dejó claras sus
intenciones de abandonar el Real Madrid tras siete años vistiendo la elástica
blanca, tras el último partido de Liga contra Osasuna en el Bernabéu, del que
además se pudo despedir haciendo lo que mejor sabe, meter goles.
Con un ambiente enrarecido
con la marcha de Mourinho a final de temporada, las palabras de Higuaín
fueron un golpe de inestabilidad más a
la línea de flotación blanca. Higuaín tenía tomada la decisión, habían sido
muchos años en el club de Concha Espina, muchos goles, muchas alegrías pero
siempre con la inestabilidad de no saberse hombre importante en el esquema, o
parecer tener perdida su disputa por el 9 blanco.
Cuando en Diciembre del
2006 Higuaín aterrizó en Madrid, los sueños de un chaval de 19 años tenían
todos los visos de cumplirse, y más aterrizando en un equipo tan grande a tan
pronta edad. Tardó temporada y media en demostrar que sus referencias de 9
goleador no eran infundidas, y ya en la temporada 2008-09 se fue a los 24
goles, o 29 al año siguiente. Pero poco a poco, los sueños de ese chaval fueron
dejando de ver el coliseo blanco como lugar donde cumplirlos.
A Higuaín siempre se le
ha culpado de no demostrar en los partidos importantes lo que si hace contra
rivales de menor entidad, pero la verdad es que el principio de las dudas
acerca del “pipa” surgen en la misma competición, la Champions League, y más
concretamente desde la vuelta de los octavos de la temporada 2009-10. Contra el
Olympique de Lyon, con la eliminatoria empatada en el Bernabéu, pase al hueco
de Granero para la carrera del Pipita, que regatea al portero y a puerta vacía...
al palo.
Si a esas dudas acerca
del Pipita, unimos las que tenía el mismo sobre su batalla con Benzema, que
siempre parecía ir por delante, todo finaliza de la forma en que Higuaín
abandona la institución blanca. Juventus o Arsenal parecían ser las opciones
más claras, pero no terminaron de cuajar y apareció el Nápoles. Aurelio De
Laurentiis, presidente del club napolitano, sabía de la oportunidad que tenía.
Con la salida de Cavani y los millones que había dejado, el fichaje de Higuaín
podía ser un golpe de efecto, y es que con la llegada de Benítez, y con las
adquisiciones de Albiol o Callejón, podría ser un destino perfecto para
competir el Calcio bajo la batuta de Hamsik y el olfato del Pipita.
40 millones permitieron a
Higuaín cambiar de aires y enrolarse en un proyecto cuya cúspide fuese la
pareja Hamsik-Higuaín, bajo la dirección de Benítez. Su llegada a Italia fue
como si se estuviese esperando a un héroe,
un guía, una luz que permita al club napolitano volver a disfrutar de
los títulos. Y es que apenas ha hecho falta un mes de competición para
demostrar que está de vuelta, que se siente cómodo y referencia de un proyecto,
y con más ganas que nunca. Líder en el Calcio, con dos goles en tres partidos,
y debutando con gol en la Champions para batir al Borussia Dortmund, equipo que
eliminó al Real Madrid el año pasado.
Higuaín se siente como un
niño con zapatos nuevos, está contento y eso se nota en el campo. Es un ídolo
entre la afición del San Paolo, y la referencia atacante en un equipo en donde
la leyenda la marca un compatriota suyo, Diego Armando Maradona.
Higuaín se sabe
importante, y para un futbolista eso es vital. Solo llevamos un mes de
competición, pero lo que está claro es que Higuaín tiene en Nápoles eso que
quizá no sentía en Madrid, ese cariño que le da una afición que lo adora.
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